Siempre he creído que el Premio Nobel dotaba a quien lo recibía de un aura de inmunidad. Que tal galardón era una de esas cosas que quedaban fuera de disputas pueriles y rabietas de políticos y gobiernos, más preocupados por dar bombo a sus intereses que por cuidar a aquellas personas que pueden aportar cosas positivas al resto de la sociedad.
Esta noticia también me ha dejado claro que en algunos lugares el pensar diferente a lo que dice la “versión oficial” sigue teniendo sus consecuencias.
¿Qué valor tiene la opinión de toda la comunidad internacional, que celebra la concesión del Nobel a este disidente si allí donde debiera hacerse valer está prohibido contradecir a los que mandan?
¿Realmente tiene algún valor la concesión del Premio? Parece que las incursiones de la política en todos los campos de la vida: educación, deporte, cultura son el pan nuestro de cada día; pero… y tú, ¿qué alegas?
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